“… Jesus tells the parable of the rich man “who dressed in purple garments and fine linen and dined sumptuously each day,” and who did not recognize that at his door there was a poor man named Lazarus …covered with sores. “The Pope invite(s) us to ask: “Am I a Christian in name only, on the path of lies; or am I a Christian on the path of life, that is, of works, of actions? The rich man … surely went every Saturday to the synagogue…”
“But he was a closed man… in his own little world – the world of banquets, of clothes, of vanity, of friends. He didn’t have the ability to see others, only his own world. …For example, he didn’t think of the needs of so many people, or of the necessity of accompanying of the sick; he thought only of himself…”
The poor man is the Lord, who knocks at the door of our heart
“The rich man, then, had the appearance of being religious, but did not know (or see) the “peripheries,” …on his very doorstep …”
“But I ask myself, “Did not God, who is a Father, have mercy on this man? Did He not knock on his heart to move him?” But yes, he was at the door …Lazarus, with his needs and his sorrows, his illnesses – it was the Lord Himself who was knocking at the door, so that this man would open his heart and mercy would be able to enter. But no, he did not see, he was simply closed: for him, outside the door there was nothing.”
The grace to see the poor
“We are in Lent, and it would do us good to ask ourselves what path we are travelling on:
“Am I on the road of life, or on the road of lies? How many ways is my heart still closed?
“…Let us ask the Lord…– for the grace of always seeing the Lazarus at our door, the Lazarus who knocks at our heart, and [the grace] to go out of ourselves with generosity, with the attitude of mercy, so that the mercy of God can enter into our hearts.”
Excerpt from Pope Francis’ Homily Feb 25, 2016 – Mass at St. Martha
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Es una gracia ver al pobre que llama a nuestro Corazon
«… Jesús relata la parábola del hombre rico “que vestía de púrpura y lino finísimo y cada día celebraba espléndidos banquetes” y no se daba cuenta que, en su puerta, estaba un pobre llamado Lázaro, cubierto de llagas.» El Papa nos invita preguntar: « ¿Soy un cristiano en el camino de la mentira, solamente del ‘decir’, o soy un cristiano en el camino de la vida, es decir, de las obras, del hacer? Este hombre rico, iba a la sinagoga…»
«Pero era un hombre cerrado… en su pequeño mundo – el mundo de los banquetes, de los vestidos, de la vanidad, de los amigos…No tenía capacidad de mirar más allá, solamente a su propio mundo. …por ejemplo, a las necesidades de tanta gente o a la necesidad de compañía de los enfermos, solamente pensaba en él, en sus riquezas, en su buena vida.»
El pobre es el Señor que llama a la puerta de nuestro corazón
«Era un “religioso aparente”…la periferia, que estaba cerca de la puerta de su casa, no la conocía.»
«… Pero yo me pregunto: ¿Dios que es Padre, no tuvo misericordia de este hombre? ¿No ha llamado a su corazón para moverlo? Pero sí, estaba en la puerta…Lázaro con sus necesidades y sus miserias, sus enfermedades, era precisamente el Señor que llamaba a la puerta para que este hombre abriera su corazón y la misericordia pudiera entrar. Pero no, él no veía, solamente estaba cerrado: para él, más allá de la puerta, no había nada.»
La gracia de ver a los pobres
«Estamos en Cuaresma y nos hará bien preguntarnos cuál camino estamos recorriendo.»
« ¿(E)stoy en el camino de la vida o en el camino de la mentira? Pidamos al Señor …la gracia de ver siempre a los ‘Lázaros’ que están en nuestra puerta, los ‘Lazaros’ que llaman al corazón, y (la gracia de) salir de nosotros mismos con generosidad, con actitud de misericordia, para que la misericordia de Dios pueda entrar en nuestro corazón.»