In First Sunday of Lent liturgy, we heard that after Jesus’ baptism he was led by the Holy Spirit (Mark 1:12-13) into the wilderness where he fasted and prayed for 40 days and 40 nights. It was a solemn time/period to intensify his relationship with the Father. He went into the wilderness to practice solitude and silence. On many occasions, Jesus practiced silence and solitude in his prayer life, times and moments. Let us look at some of them:
“Very early in the morning while dark, Jesus left the house and went to a solitary place to pray.” (Mark1:35). “Jesus often withdrew to solitary and lonely places to pray” (Luke 5:16). Other times the Gospel indicates that Jesus practiced solitude and silence in prayer include “Jesus went to a mountainside to pray… (Luke 6:12-13), “on a certain (one) day Jesus was praying in a certain place… (Luke 11:1-2), “When Jesus received the news of John the Baptist’s beheading, he withdrew to a solitary place to pray… (Mathew 14:13), When Jesus learned that they wanted to make him king by force, he withdrew to a mountain by himself.” (John 6:15).
The Gospel clearly shows us our Lord’s patterns of going into silence and solitude with His Father, praying and listening to Him.
It is our call to be Christ-like in our prayer life as we encounter our Father and listen to Him. He is a friend of silence.
Silence is not merely a pause and cannot be “made.” or organized as a one activity among many. It is not an accident in life, but a spirituality involving our mind for emptying ourselves to God. Silence must be an integral part of our liturgy (Joseph Ratzinger, Pope Emeritus Benedict XVI, The Spirit of Liturgy).
Let us take the time to be in silence and solitude with the Lord during this period of fasting and give thanks after Mass. Let us not bolt out of the church after liturgy without proper Thanksgiving for the sacrifice of our Lord. We have to remember that we are carrying Christ (Blessed Sacrament) in us and therefore, take some time to thank the Lord.
To be continued …
Habla Señor, Tu Servidor esta Escuchando.
En la liturgia del Primer Domingo de Cuaresma, oímos que después del bautismo de Jesús. Él fue guiado por el Espíritu Santo. (Marcos1:12-13) al desierto donde ayuno y oro durante 40 días y noches. Fue un tiempo o periodo solemne para intensificar su reunión con el Padre. Fue al desierto a practicar la soledad y el silencio. En muchas ocasiones, Jesús practicó el silencio y la soledad en sus momentos y vida de oración. Veamos algunos de ellos:
“De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar.” (Marcos 1:35). “Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.” (Lucas 5:16) Otras veces que el Evangelio indica que Jesús practico la soledad y el silencio en la oración: “En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.” (Lucas 6:12), “Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar …” (Lucas 11:1), “Después vinieron los discípulos de Juan a recoger su cuerpo y lo enterraron. Y fueron a dar la noticia a Jesús. Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para esta a solas” (Mateo 14:13). “Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.” (Juan 6:15).
El Evangelio nos muestra claramente el deseo frecuente de nuestro Señor de entrar en silencio y soledad con su Padre, para orar y escucharlo.
Es nuestra llamada también a ser semejantes a Cristo en nuestra vida de oración; encontrarnos con nuestro Padre y escucharlo. Él es amigo del silencio.
El silencio no es una pausa, y no es algo que puede ser “hecho” o organizado como una actividad entre muchos. Tampoco es un accidente en la vida, sino una espiritualidad que involucra nuestra mente para vaciarnos a Dios. Así es que el silencio debe de ser una parte integral de nuestra liturgia (Joseph Ratzinger, el Papa Emérito Benedicto XVI, ‘El Espíritu de la Liturgia”).
Tomemos el tiempo para estar en silencio y soledad con el Señor durante este periodo de ayuno y dar gracias después de Misa. No nos echemos de la iglesia después de la liturgia sin dar Gracias por el sacrificio de nuestro Señor. Tenemos que recordar que llevamos a Cristo (Santísimo Sacramento) dentro de nosotros y por lo tanto, tomemos algún tiempo para dar gracias al Señor.
Continuaremos…